lunes, 11 de agosto de 2014

EN MEMORIA DE MAY ALICE SAVIDGE

MAY ALICE SAVIDGE nació en Streatham, al sur de Londres, en 1911.


Admiramos las grandes obras faraónicas como las PIRAMIDES DE EJIPTO


Consideradas como una de las 7 maravillas del mundo. Y yo me digo, ? y por que no
este Bed & Breakfast  ingles se puede considerar como una maravilla arquitectónica ¿

  
El hombre para preservar sus edificios históricos  es capaz de mover el edificio entero 
y trasladarlo.


Un edificio histórico ubicado en la avenida Nueva York fue trasladado para hacer una 
nueva construcción. Un equipo de expertos hace el movimiento cerca a la 4 avenida que 
es una de las estructuras más grandes en el DC para ser movido.


Otros monumentos para preservarlos de su destrucción son desmontados pieza a pieza.


Aunque parezca mentira, en pleno centro de Madrid hay una auténtica joya del arte 
egipcio. El Templo de Debod.
Forma parte del conjunto de obras artísticas que se trasladaron desde Egipto a numerosas ciudades de todo el mundo, con el fin de preservar unos edificios que, de lo contrario, 
abrían quedado sumergidos bajo el actual lago de Assuán.


el Templo de Debod fue un regalo del gobierno de Egipto a España, por ayudarles en las 
obras del traslado de los Templos de Nubia. Pero España no fue ni mucho menos el único 
país que recibió algo del antiguo Egipto: Hasta Nueva York viajó, en 1968, el templo de 
Dendur. En los Países Bajos se instaló el templo de Taffa, en 1971; y en 1966 dos pequeños templos, el de Lesiya y Lamayarin; fueron respectivamente a Turín y Nueva Selua.

MAY ALICE SAVIDGE, no tenia un estudio de arquitectos, sus únicas herramientas fueron.
EL VALOR, EL DESEO, SUS MANOS Y MUCHO AMOR, en su obra faraónica. 
Que duro más de 23 años.


May Alice Savidge nació en Streatham, al sur de Londres, en 1911. De orígenes humildes 
tuvo que sacar a su familia adelante con tan solo diez años cuando su padre falleció 
víctima de un infarto fulminante. May acabó como empleada precoz en una fábrica de 
producción aeronáutica.
La prodigiosa vida de May, madura por ‘golpes de vida y de miseria’, está llena de 
capítulos sorprendentes. 
Pero uno marcaría si destino. A los dieciséis años conoce al amor de su vida; 
Denis Watson, un talentoso actor ‘Shakespeariano’ con el que planea casarse en 1938. 
Su prematura muerte frustra sus planes. 

En 1947, retirada y aún de duelo eterno por la muerte de Denis Watson, May compra una 
casa en Hertfordshire para restaurarla y convertirla en el hogar que siempre quiso 
compartir con Denis. El número uno de la calle Mono Row era una construcción de época, típicamente inglesa y levantada en 1450 por unos monjes adinerados siguiendo la tradición medieval de salones abiertos a galería acristalada.


La casa estaba medio ruinosa y May decidió invertir todos sus esfuerzos, y su escaso 
dinero, en su restauración. 
Las pocas libras con las que contaba las invirtió en materia prima y en un constructor 
que le arreglara allí donde su menuda estatura le impedía llegar: la maltrecha cubierta.
El resto (trabajos de carpintería, yeso, ladrillos, piedras etc… ) los hizo ella con sus propias 
manos y con el tiempo que le regalaba su eterna soledad. 
En 1953, después de 6 años de trabajo, May terminó de adecentar su hogar. 
El orgullo de un trabajo labrado con sus manos hacía de aquella casa un espacio 
inviolable, una posesión eterna, fruto del esfuerzo y del duelo a su amor muerto.

Pero estaba por llegar el mayor de sus problemas. 
En la primavera de aquel año las autoridades del condado aprobaron un proyecto para 
remodelar los accesos del pueblo. La carretera pasaba por mitad de la parcela de May 
habría que expropiar y derruir su hogar. Quince años de papeleo y lucha encarnada 
contra el consejo municipal fueron insuficientes.

La derrota no hundió a May.Con 60 años decidió trasladar pieza a pieza su vivienda. 

“No pienso perder esta maravillosa casa; mi casa. Si realmente consideran que esta es 
sólo una vivienda en medio del camino, la moveré y la volveré a erigir antes que verla 
destruida”.

En 1969 las excavadoras llegaron a la puerta de su casa, el proyecto de May ya había 
comenzado. Había numerado todas y cada una de las vigas, piedras, pilares y tejas para su posterior identificación y re-ensamblado como rompecabezas gigante. El esfuerzo generó la compasión del equipo de demolición, que ayudó a May a desmontar más cuidadosamente la poderosa estructura de madera de la cubierta.


Con grasa y con pinturas de colores infantiles, May catalogaba y clasificaba todas las 
piezas de la casa a lo largo de la parte de la parcela no expropiada. Conforme desmontaba 
su casa, las noches se hacían más frías y descubiertas porque May seguía viviendo en el esqueleto de lo que fue su casa.


Poco a poco la historia traspasó fronteras y corrió la voz por condados vecinos. 
Algunos turistas que pasaban ayudaban a May con su tiempo o sus donaciones, lo que 
le permitía sobrevivir y comprar lo imprescindible. May estuvo mucho tiempo buscando 
terreno para reconstruir su casa.

 Encontró un solar en la cercana ciudad costera de Wells Next The Sea, en Norfolk, y 
obtuvo el permiso de planificación para sentar las bases de su nuevo hogar. 
Una pequeña camioneta e infinitos trayectos hicieron de la mudanza una de las más largas 
de la historia. 23 años moviendo piedras.


Durante el eterno traslado, las condiciones de May fueron de auténtica penuria. 
Sin electricidad, ni agua corriente se tenía que conformar con lámparas de parafina. 
Un pequeño reloj servía como cronómetro para contar las vigas y piezas que tenía que 
extraer cada día, ordenando plazos y objetivos de trabajo.


Una pequeña y vieja caravana abandonada servía ahora de refugio para el descanso. 
En 1973 ya tenía levantado los cimientos y el zócalo de ladrillo de la nueva casa. 
Pero no fue hasta 1981 cuando logró cubrir aguas y colocar las viejas tejas. 
Fue el momento, en su 70 cumpleaños, de trasladarse a su nuevo (viejo) hogar.


En 1986 la mismísima Reina de Inglaterra, reconociendo todo el trabajo y esfuerzo 
desplegado, invitó a May Alice Savidge al Palacio de Buckingham en recepción oficial. 
A pesar de su edad, con 76 años seguía encaramada a unos andamios provisionales para 
terminar las ventanas del bajo-cubierta y el enfoscado de fachada.

En 1992 pudo instalar una pequeña estufa de leña para calentar la construcción. 
May murió ese mismo año, justo antes de cumplir los 82 años, con la casa prácticamente terminada.

Su sobrina y heredera Christine Adams, ha recopilado más de 500 cartas, diarios y 
escritos que su tía hizo durante los 23 años de reconstrucción para contar los pormenores 
y sinsabores de esta fantástica historia. Actualmente la casa es un Bed & Breakfast 
regentado por Christine.


En el arte se dice que la modestia, es la virtud del medio ocre. pero este no es el caso
de  MAY ALICE SAVIDGE


Hasta pronto.











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