MAY ALICE SAVIDGE nació en Streatham, al sur de Londres, en 1911.
Admiramos las grandes obras faraónicas como las PIRAMIDES DE EJIPTO
Consideradas como una de las 7 maravillas del mundo. Y yo me digo, ? y por que no
este Bed & Breakfast ingles se puede considerar como una maravilla arquitectónica ¿
El hombre para preservar sus edificios históricos es capaz de mover el edificio entero
y trasladarlo.
Un edificio histórico ubicado en la avenida Nueva York fue trasladado para hacer una
nueva construcción. Un equipo de expertos hace el movimiento cerca a la 4 avenida que
es una de las estructuras más grandes en el DC para ser movido.
Otros monumentos para preservarlos de su destrucción son desmontados pieza a pieza.
Aunque parezca mentira, en pleno centro de Madrid hay una auténtica joya del arte
egipcio. El Templo de Debod.
Forma parte del conjunto de obras artísticas que se trasladaron desde Egipto a numerosas ciudades de todo el mundo, con el fin de preservar unos edificios que, de lo contrario,
abrían quedado sumergidos bajo el actual lago de Assuán.
el Templo de Debod fue un regalo del gobierno de Egipto a España, por ayudarles en las
obras del traslado de los Templos de Nubia. Pero España no fue ni mucho menos el único
país que recibió algo del antiguo Egipto: Hasta Nueva York viajó, en 1968, el templo de
Dendur. En los Países Bajos se instaló el templo de Taffa, en 1971; y en 1966 dos pequeños templos, el de Lesiya y Lamayarin; fueron respectivamente a Turín y Nueva Selua.
MAY ALICE SAVIDGE, no tenia un estudio de arquitectos, sus únicas herramientas fueron.
EL VALOR, EL DESEO, SUS MANOS Y MUCHO AMOR, en su obra faraónica.
Que duro más de 23 años.
May Alice Savidge nació en Streatham, al sur de Londres, en 1911. De orígenes humildes
tuvo que sacar a su familia adelante con tan solo diez años cuando su padre falleció
víctima de un infarto fulminante. May acabó como empleada precoz en una fábrica de
producción aeronáutica.
La prodigiosa vida de May, madura por ‘golpes de vida y de miseria’, está llena de
capítulos sorprendentes.
Pero uno marcaría si destino. A los dieciséis años conoce al amor de su vida;
Denis Watson, un talentoso actor ‘Shakespeariano’ con el que planea casarse en 1938.
Su prematura muerte frustra sus planes.
En 1947, retirada y aún de duelo eterno por la muerte de Denis Watson, May compra una
casa en Hertfordshire para restaurarla y convertirla en el hogar que siempre quiso
compartir con Denis. El número uno de la calle Mono Row era una construcción de época, típicamente inglesa y levantada en 1450 por unos monjes adinerados siguiendo la tradición medieval de salones abiertos a galería acristalada.
La casa estaba medio ruinosa y May decidió invertir todos sus esfuerzos, y su escaso
dinero, en su restauración.
Las pocas libras con las que contaba las invirtió en materia prima y en un constructor
que le arreglara allí donde su menuda estatura le impedía llegar: la maltrecha cubierta.
El resto (trabajos de carpintería, yeso, ladrillos, piedras etc… ) los hizo ella con sus propias
manos y con el tiempo que le regalaba su eterna soledad.
En 1953, después de 6 años de trabajo, May terminó de adecentar su hogar.
El orgullo de un trabajo labrado con sus manos hacía de aquella casa un espacio
inviolable, una posesión eterna, fruto del esfuerzo y del duelo a su amor muerto.
Pero estaba por llegar el mayor de sus problemas.
En la primavera de aquel año las autoridades del condado aprobaron un proyecto para
remodelar los accesos del pueblo. La carretera pasaba por mitad de la parcela de May
y habría que expropiar y derruir su hogar. Quince años de papeleo y lucha encarnada
contra el consejo municipal fueron insuficientes.
La derrota no hundió a May.Con 60 años decidió trasladar pieza a pieza su vivienda.
“No pienso perder esta maravillosa casa; mi casa. Si realmente consideran que esta es
sólo una vivienda en medio del camino, la moveré y la volveré a erigir antes que verla
destruida”.
En 1969 las excavadoras llegaron a la puerta de su casa, el proyecto de May ya había
comenzado. Había numerado todas y cada una de las vigas, piedras, pilares y tejas para su posterior identificación y re-ensamblado como rompecabezas gigante. El esfuerzo generó la compasión del equipo de demolición, que ayudó a May a desmontar más cuidadosamente la poderosa estructura de madera de la cubierta.
Con grasa y con pinturas de colores infantiles, May catalogaba y clasificaba todas las
piezas de la casa a lo largo de la parte de la parcela no expropiada. Conforme desmontaba
su casa, las noches se hacían más frías y descubiertas porque May seguía viviendo en el esqueleto de lo que fue su casa.
Poco a poco la historia traspasó fronteras y corrió la voz por condados vecinos.
Algunos turistas que pasaban ayudaban a May con su tiempo o sus donaciones, lo que
le permitía sobrevivir y comprar lo imprescindible. May estuvo mucho tiempo buscando
terreno para reconstruir su casa.
Encontró un solar en la cercana ciudad costera de Wells Next The Sea, en Norfolk, y
obtuvo el permiso de planificación para sentar las bases de su nuevo hogar.
Una pequeña camioneta e infinitos trayectos hicieron de la mudanza una de las más largas
de la historia. 23 años moviendo piedras.
Durante el eterno traslado, las condiciones de May fueron de auténtica penuria.
Sin electricidad, ni agua corriente se tenía que conformar con lámparas de parafina.
Un pequeño reloj servía como cronómetro para contar las vigas y piezas que tenía que
extraer cada día, ordenando plazos y objetivos de trabajo.
Una pequeña y vieja caravana abandonada servía ahora de refugio para el descanso.
En 1973 ya tenía levantado los cimientos y el zócalo de ladrillo de la nueva casa.
Pero no fue hasta 1981 cuando logró cubrir aguas y colocar las viejas tejas.
Fue el momento, en su 70 cumpleaños, de trasladarse a su nuevo (viejo) hogar.
Admiramos las grandes obras faraónicas como las PIRAMIDES DE EJIPTO
Consideradas como una de las 7 maravillas del mundo. Y yo me digo, ? y por que no
este Bed & Breakfast ingles se puede considerar como una maravilla arquitectónica ¿
El hombre para preservar sus edificios históricos es capaz de mover el edificio entero
y trasladarlo.
Un edificio histórico ubicado en la avenida Nueva York fue trasladado para hacer una
nueva construcción. Un equipo de expertos hace el movimiento cerca a la 4 avenida que
es una de las estructuras más grandes en el DC para ser movido.
Otros monumentos para preservarlos de su destrucción son desmontados pieza a pieza.
Aunque parezca mentira, en pleno centro de Madrid hay una auténtica joya del arte
egipcio. El Templo de Debod.
Forma parte del conjunto de obras artísticas que se trasladaron desde Egipto a numerosas ciudades de todo el mundo, con el fin de preservar unos edificios que, de lo contrario,
abrían quedado sumergidos bajo el actual lago de Assuán.
el Templo de Debod fue un regalo del gobierno de Egipto a España, por ayudarles en las
obras del traslado de los Templos de Nubia. Pero España no fue ni mucho menos el único
país que recibió algo del antiguo Egipto: Hasta Nueva York viajó, en 1968, el templo de
Dendur. En los Países Bajos se instaló el templo de Taffa, en 1971; y en 1966 dos pequeños templos, el de Lesiya y Lamayarin; fueron respectivamente a Turín y Nueva Selua.
MAY ALICE SAVIDGE, no tenia un estudio de arquitectos, sus únicas herramientas fueron.
EL VALOR, EL DESEO, SUS MANOS Y MUCHO AMOR, en su obra faraónica.
Que duro más de 23 años.
May Alice Savidge nació en Streatham, al sur de Londres, en 1911. De orígenes humildes
tuvo que sacar a su familia adelante con tan solo diez años cuando su padre falleció
víctima de un infarto fulminante. May acabó como empleada precoz en una fábrica de
producción aeronáutica.
La prodigiosa vida de May, madura por ‘golpes de vida y de miseria’, está llena de
capítulos sorprendentes.
Pero uno marcaría si destino. A los dieciséis años conoce al amor de su vida;
Denis Watson, un talentoso actor ‘Shakespeariano’ con el que planea casarse en 1938.
Su prematura muerte frustra sus planes.
En 1947, retirada y aún de duelo eterno por la muerte de Denis Watson, May compra una
casa en Hertfordshire para restaurarla y convertirla en el hogar que siempre quiso
compartir con Denis. El número uno de la calle Mono Row era una construcción de época, típicamente inglesa y levantada en 1450 por unos monjes adinerados siguiendo la tradición medieval de salones abiertos a galería acristalada.
La casa estaba medio ruinosa y May decidió invertir todos sus esfuerzos, y su escaso
dinero, en su restauración.
Las pocas libras con las que contaba las invirtió en materia prima y en un constructor
que le arreglara allí donde su menuda estatura le impedía llegar: la maltrecha cubierta.
El resto (trabajos de carpintería, yeso, ladrillos, piedras etc… ) los hizo ella con sus propias
manos y con el tiempo que le regalaba su eterna soledad.
En 1953, después de 6 años de trabajo, May terminó de adecentar su hogar.
El orgullo de un trabajo labrado con sus manos hacía de aquella casa un espacio
inviolable, una posesión eterna, fruto del esfuerzo y del duelo a su amor muerto.
Pero estaba por llegar el mayor de sus problemas.
En la primavera de aquel año las autoridades del condado aprobaron un proyecto para
remodelar los accesos del pueblo. La carretera pasaba por mitad de la parcela de May
y habría que expropiar y derruir su hogar. Quince años de papeleo y lucha encarnada
contra el consejo municipal fueron insuficientes.
La derrota no hundió a May.Con 60 años decidió trasladar pieza a pieza su vivienda.
“No pienso perder esta maravillosa casa; mi casa. Si realmente consideran que esta es
sólo una vivienda en medio del camino, la moveré y la volveré a erigir antes que verla
destruida”.
En 1969 las excavadoras llegaron a la puerta de su casa, el proyecto de May ya había
comenzado. Había numerado todas y cada una de las vigas, piedras, pilares y tejas para su posterior identificación y re-ensamblado como rompecabezas gigante. El esfuerzo generó la compasión del equipo de demolición, que ayudó a May a desmontar más cuidadosamente la poderosa estructura de madera de la cubierta.
Con grasa y con pinturas de colores infantiles, May catalogaba y clasificaba todas las
piezas de la casa a lo largo de la parte de la parcela no expropiada. Conforme desmontaba
su casa, las noches se hacían más frías y descubiertas porque May seguía viviendo en el esqueleto de lo que fue su casa.
Poco a poco la historia traspasó fronteras y corrió la voz por condados vecinos.
Algunos turistas que pasaban ayudaban a May con su tiempo o sus donaciones, lo que
le permitía sobrevivir y comprar lo imprescindible. May estuvo mucho tiempo buscando
terreno para reconstruir su casa.
Encontró un solar en la cercana ciudad costera de Wells Next The Sea, en Norfolk, y
obtuvo el permiso de planificación para sentar las bases de su nuevo hogar.
Una pequeña camioneta e infinitos trayectos hicieron de la mudanza una de las más largas
de la historia. 23 años moviendo piedras.
Durante el eterno traslado, las condiciones de May fueron de auténtica penuria.
Sin electricidad, ni agua corriente se tenía que conformar con lámparas de parafina.
Un pequeño reloj servía como cronómetro para contar las vigas y piezas que tenía que
extraer cada día, ordenando plazos y objetivos de trabajo.
Una pequeña y vieja caravana abandonada servía ahora de refugio para el descanso.
En 1973 ya tenía levantado los cimientos y el zócalo de ladrillo de la nueva casa.
Pero no fue hasta 1981 cuando logró cubrir aguas y colocar las viejas tejas.
Fue el momento, en su 70 cumpleaños, de trasladarse a su nuevo (viejo) hogar.
En 1986 la mismísima Reina de Inglaterra, reconociendo todo el trabajo y esfuerzo
desplegado, invitó a May Alice Savidge al Palacio de Buckingham en recepción oficial.
A pesar de su edad, con 76 años seguía encaramada a unos andamios provisionales para
terminar las ventanas del bajo-cubierta y el enfoscado de fachada.
En 1992 pudo instalar una pequeña estufa de leña para calentar la construcción.
May murió ese mismo año, justo antes de cumplir los 82 años, con la casa prácticamente terminada.
Su sobrina y heredera Christine Adams, ha recopilado más de 500 cartas, diarios y
escritos que su tía hizo durante los 23 años de reconstrucción para contar los pormenores
y sinsabores de esta fantástica historia. Actualmente la casa es un Bed & Breakfast
regentado por Christine.
En el arte se dice que la modestia, es la virtud del medio ocre. pero este no es el caso
de MAY ALICE SAVIDGE
Hasta pronto.
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